Hoy no me apetece hacer comparaciones, no tengo ganas de intentar desenmarañar todos los sentimientos que se encuentran en mi cabeza. No tengo ganas de negar nada, ni de rendirme ante nada. No tengo ganas de negar algo que es evidente desde hace mucho tiempo. Casi 2 años.
Te echo de menos. Echo de menos tu voz, tu sonrisa. Echo de menos esa mirada tuya que tanto te caracteriza, o quizás lo más correcto sería decir que echo de menos la forma en que me miras cuando me ves. Con un cariño inmesurable por un lado, y por el otro con una desleal seducción que aún hoy al recordarla, no puedo evitar estremecerme de la cabeza a los pies.
Echo de menos esos momentos en Madrid, esos incontables cafés y Coca colas, la cantidad de horas que pasamos juntos aquel verano, ese verano en el que sólo éramos tú y yo, sin problemas, sin mentiras, sin juegos. Sólo amistad. Sólo nosotros.
Echo de menos cuando me cogías de la mano y me decías que era tu amiga, que todo lo que pudieses hacer por mí era poco, pues aquella era la forma que tenías de demostrarme que me querías.
Echo de menos tus abrazos, y la sensación de descanso y seguridad que sentía entre ellos.
Echo de menos poder decirte que te quiero, echo de menos poder decirte las ganas que tengo de volver a verte.
Lo echo de menos... Y lo peor es que no lo sabrás.
-Cada vez tengo más claro que soy adicta al dolor.
- ¿Adicta al dolor?
-Sí, al exquisito dolor de amar a alguien inalcanzable
martes, 24 de enero de 2012
miércoles, 4 de enero de 2012
Ajedrez.
Ha pasado casi un mes desde la última vez que escribí aquí... Y nada ha cambiado. Han habido días de querer tirar la toalla y otros en los que su voz era lo que más echaba de menos. Me he dado cuenta en todo este tiempo que no hay decisión posible que no vaya a cambiar. En parte porque él es así y porque yo también lo soy: Inestable y voluble.
El comienzo de año lo empecé con un firme propósito: Ser feliz. Y si ello requería tener que olvidarte, lo haría. Pero como siempre, parece ser que tienes un extraño radar que te hace volver de alguna manera cuando estoy a punto de rendirme. Leer tus sms siempre me causan la misma reacción: Los primeros 10 minutos, una sonrisa enorme abarca mi rostro, esa que sólo tú hacías aparecer. Sin embargo con el paso de las horas, comienzo a ver las cosas desde un punto más frío y visceral, analizando cada una de tus palabras y decidiendo como actuar en consecuencia. ¿Sabes? A veces comparo nuestra extraña "relación" como si fuese una partida de ajedrez. Yo muevo ficha primero, expectante. Y cuando tú realizas cualquier movimiento, soy capaz de pasarme horas deliberando cuál va a ser mi próxima jugada, siempre pendiente de ti, intentando anticipar cual será tu siguiente reacción. Echo de menos cuando no tenía que meditar mi comportamiento ni analizar mis palabras, echo de menos aquellos momentos en los que te daba un abrazo, o te decía "Te echo de menos", pero no porque lo pensase, si no porque me salía de dentro. Cuando todo era más simple, más sencillo simplemente porque en aquellos momentos, nada había cambiado. Tú seguías siendo tú, y yo seguía queriendo que lo fueses.
Pero siento decirte que la culpa de que me haya vuelto así, de que no sea la misma chica dulce e inocente de hace casi dos años... la tienes tú. Tú me has convertido exactamente en lo que eres, en alguien incapaz de entregarse al 100%. Quien soy yo ahora, te lo debo a ti.
Y por si fuera poco... Dentro de un mes y medio volveré a verte. Sé que me pasará lo mismo que la última vez, sé que intentarás manejarme a tu antojo. Siento decepcionarte, pero no lo harás. Pues mi frialdad no dejará que lo hagas.
Aún así, no te engañes. Sigo queriéndote tanto como el primer día, sólo que esta vez, llevaré bien guardados mis sentimientos bajo llave.
El comienzo de año lo empecé con un firme propósito: Ser feliz. Y si ello requería tener que olvidarte, lo haría. Pero como siempre, parece ser que tienes un extraño radar que te hace volver de alguna manera cuando estoy a punto de rendirme. Leer tus sms siempre me causan la misma reacción: Los primeros 10 minutos, una sonrisa enorme abarca mi rostro, esa que sólo tú hacías aparecer. Sin embargo con el paso de las horas, comienzo a ver las cosas desde un punto más frío y visceral, analizando cada una de tus palabras y decidiendo como actuar en consecuencia. ¿Sabes? A veces comparo nuestra extraña "relación" como si fuese una partida de ajedrez. Yo muevo ficha primero, expectante. Y cuando tú realizas cualquier movimiento, soy capaz de pasarme horas deliberando cuál va a ser mi próxima jugada, siempre pendiente de ti, intentando anticipar cual será tu siguiente reacción. Echo de menos cuando no tenía que meditar mi comportamiento ni analizar mis palabras, echo de menos aquellos momentos en los que te daba un abrazo, o te decía "Te echo de menos", pero no porque lo pensase, si no porque me salía de dentro. Cuando todo era más simple, más sencillo simplemente porque en aquellos momentos, nada había cambiado. Tú seguías siendo tú, y yo seguía queriendo que lo fueses.
Pero siento decirte que la culpa de que me haya vuelto así, de que no sea la misma chica dulce e inocente de hace casi dos años... la tienes tú. Tú me has convertido exactamente en lo que eres, en alguien incapaz de entregarse al 100%. Quien soy yo ahora, te lo debo a ti.
Y por si fuera poco... Dentro de un mes y medio volveré a verte. Sé que me pasará lo mismo que la última vez, sé que intentarás manejarme a tu antojo. Siento decepcionarte, pero no lo harás. Pues mi frialdad no dejará que lo hagas.
Aún así, no te engañes. Sigo queriéndote tanto como el primer día, sólo que esta vez, llevaré bien guardados mis sentimientos bajo llave.
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