-Cada vez tengo más claro que soy adicta al dolor.
- ¿Adicta al dolor?
-Sí, al exquisito dolor de amar a alguien inalcanzable

martes, 28 de febrero de 2012

Confesiones.


Salió del taxi con el ramo de flores entre sus brazos, fijando la vista en el suelo para no perder el equilibrio. Y entonces al levantar la cabeza le ve, de pie, a unos metros de ella, observándola con una sonrisa. Se acerca despacio a él, titubeante, contando los segundos que quedan hasta llegar a sus brazos. Finalmente, tras lo que le parece una eternidad, se dan dos besos y un pequeño abrazo. Ella le ofrece el ramo que sostiene:

-Esto es para ti Fran, de parte de las chicas y mía.

No contesta, no hace falta. Recoge el obsequio y la premia con una tierna sonrisa.

-Estás muy guapa.
-Vaya, muchas gracias.
-Y más mayor.

Ella le mira con una sonrisa enorme en el rostro, esas que casi salen sin planearlo.

Se sientan en una terraza al sol para tomar un café. Uno al lado del otro. Él, sosteniendo las flores sobre sus piernas. El tiempo transcurre rápido, como cada vez que están juntos. Bromean, se preguntan sobre las últimas novedades. Ríen, ríen hasta llorar. Todo es de repente tan sencillo, tan fácil como respirar. Y ella... Ella apenas puede ser más feliz.

Finalmente llega la despedida. Se dan dos besos. Ella anhela algo más, pero no se atreve.

-Cuídate mucho Fran.
-Tú también. Y escríbeme
-No quiero agobiarte, de verdad...
-Tú nunca lo haces. Escríbeme por favor, aunque tarde en contestar horas, pero hazlo.

Sonríen una vez más, y cada uno inicia su camino en diferentes direcciones. Entonces, una de sus amigas hace que se detenga, y la dice:

-Venga Isa, que lo estás deseando.

Ella duda. Le mira con la duda inscrita en sus ojos. Él le devuelve la mirada con una sonrisa, una de las suyas. No necesita nada más. Se acerca a él y funde su cuerpo con el suyo en un abrazo que desearía que nunca, jamás, tuviese final. Y justo entonces, él la alza del suelo varios centímetros, pegándose así mucho más.

-Peso un poco más que las chicas-bromea ella.
-Para nada- susurra él. Un susurro íntimo, lleno de cariño, ¿Quizás de algo más...? No lo sabe. Él parece gratamente sorprendido por el cambio no sólo físico, sino mental de ella.

Y de repente, él la susurra al oído algo que jamás creía que iba a escuchar.

-Te quiero mucho.

Siente como el corazón se le llena de la más pura y absoluta felicidad, como se le tiñen las mejillas de rojo. Quiere comerle a besos, decirle que ella le quiere muchísimo más, que le adora con cada parte de su pequeño cuerpo, pero a pesar del estallido de sensaciones y emociones en su interior, con una calma innata en ella, responde casi al instante:

-Y yo a ti.

Quiere decirle más, pero guarda silencio. Siente que algo ha cambiado. Que es a partir de ESE momento, en el que las cosas tienen la opción de cambiar, sólo tiene que saber actuar, despacio, con calma. Casi sibilina. Sabe que con ayuda de su amiga pueden cambiar las cosas. Y eso es lo que le hace feliz.

domingo, 19 de febrero de 2012

Pictures

Me mira, y le devuelvo la mirada, de la manera más firme posible, retándole, dejándolo ver que no me acobarda, que pasó mucho desde esos momentos.

Entonces, cuando creo que esta vez sí, que tengo el control de la situación, de repente... Sonríe. Pero no es cualquier sonrisa, es ESA sonrisa, la que sólo le veía esbozar cuando estábamos juntos. Y poco a poco, me parece escuchar como mis ideas y mis teorías sobre la distancia, el auto control y el odio, se van haciendo pedacitos en mi cabeza, una por una.

Se acerca hacia mí, toma mi rostro entre sus manos, y presiona sus labios contra los míos. Apenas unos segundos, los suficientes. Ya no pienso, no quiero. No me importa la gente que hay a nuestro alrededor, ni el frío aire que despeina mi cabello. Vuelve a separarse unos centímetros, traspasándome con sus ojos pardos, en busca de alguna respuesta a una pregunta que jamás hemos formulado. Pero sé que lo sabe, sé que percibe el sordo tartamudeo de mi corazón contra las venas de mi cuello, sé que lo ve en mis mejillas súbitamente coloreadas de un rojo intenso, o en el brillo de mi mirada. Lo sabe. Siempre lo supo.

A pesar de todo, se acerca de nuevo para volver a besarme, esta vez durante más tiempo. Sé que espera una reacción por mi parte, pero la verdad es que me encuentro tallada en piedra, incapaz si quiera de devolverle el beso. ¿Cómo, si ha paralizado hasta mi última terminación nerviosa?

Finalmente se aleja de mí, vuelve a sonreír, y se da la vuelta para atender al resto de las personas que se encuentran en ese lugar. No soporto que juegue así, ya debería estar acostumbrada pero la verdad es que no lo es. Siempre que esos besos se repiten cuando nos vemos, desearía que el final variase, que después de sonreírme me dijese "Te quiero". Uno de verdad. Uno igual de sincero que los míos.

5 días.

jueves, 9 de febrero de 2012

Ni una más.


Es curioso... Apenas me quedan 14 días para verte... Y no sé si quiero hacerlo.

¿Sabes qué es lo malo de que te pases tanto tiempo sin llamarme ni contestar a mis escasos mensajes?: Que hablo con otra gente. Hablo con ellas de cosas que me gustaría hablar contigo, pero como estoy acostumbrada a que no estés para escucharlas, tampoco me importa demasiado.

Pero esas personas se preocupan por mí, dicen que no puedo seguir así, que tengo que ser un poco más egoísta. Dicen que no me mereces, que ahí fuera habrá alguien deseando quererme. Quererme de verdad, ¿Acaso sabes lo que es eso? ¿No? Ya te lo digo: Alguien que me querrá tanto como yo te quería/quiero a ti.

Estoy cansada.Esa es la verdad. Lo digo aquí y ahora, y podría rellenar cientos de hojas diciéndolo y ni aún así tendrías un atisbo de cuánto lo estoy. Cansada de dar, de esperar algo que cada vez veo más lejos que vaya a llegar. Cansada de esperar un número en la pantalla del móvil que nunca aparece. Cansada, cansada de ti y de tus juegos, de tu manía de aparecer y desaparecer cuando te conviene. Cansada de que una vez cada dos meses me digas lo importante que soy para ti, y no me lo demuestres. De tus besos de judas, de tus falsas sonrisas, de tus abrazos fingidos. Que no me creo nada. Cada vez lo tengo más claro.

¿No notas un cambio radical en mí? Entre la tonta inocente, dulce e ingenua que te llamaba cada día y la que ahora sólo te escribe cada 20 días? ¿No echas de menos quien era yo cuando estaba contigo? ¿Sabes que es lo que me demuestra todo esto? Que realmente no me conoces, que nunca lo hiciste. Y eso es lo que más me duele, que no seas capaz de verlo.


Que dicen que no hay mal que dure mil años, y empiezo a creerlo. He gastado 731 días de MI vida en ti, y no pienso gastar ninguno más.

Así que te veo en 2 semanas, pero será la última vez. Estoy segura.

jueves, 2 de febrero de 2012

:)

Ella era una chica como tú o como yo, no hacía nada bien, pero sí demasiadas cosas mal. Era esa clase de persona que vivía perdida en algún punto entre la dura realidad y sus sueños. La gente que la conocía siempre decía que vivía en un mundo aparte, siempre escribiendo esas historias de mentira en su cuaderno e inmersa en algún lugar de su imaginación. Una chica que se creía todo si se lo decían con una sonrisa, hasta la más despiadada de las mentiras.

Siempre pensaron que sencillamente, seguía siendo una niña. ¡Pero cuánto se equivocaban...!
Ella era una persona que sabía mucho de la vida, quizás demasiado. Si te asomabas a sus ojos azabache te dabas cuenta de que en su interior, únicamente se escondía un corazón cansado de sufrir a causa de las agresiones constantes, unos sentimientos que se mantenían en pie únicamente porque ella se había encargado de reconstruirlos una y otra vez a lo largo de su vida. A veces, la veía abrazarse a sí misma, como si así evitase romperse en pedazos.

Pero muy pocas personas se animaban a llegar hasta ahí. Simplemente la observaban a lo lejos, observaban su mirada perdida y a su fiel cuaderno entre sus manos, para después darse la vuelta y marcharse por donde habían venido. Al fin y al cabo... ¿Quién iba a molestarse en conocerla? Sólo era una chica más entre un millón, pero también te diré... Que en ese millón jamás encontré a alguien como ella.