-Cada vez tengo más claro que soy adicta al dolor.
- ¿Adicta al dolor?
-Sí, al exquisito dolor de amar a alguien inalcanzable

jueves, 2 de febrero de 2012

:)

Ella era una chica como tú o como yo, no hacía nada bien, pero sí demasiadas cosas mal. Era esa clase de persona que vivía perdida en algún punto entre la dura realidad y sus sueños. La gente que la conocía siempre decía que vivía en un mundo aparte, siempre escribiendo esas historias de mentira en su cuaderno e inmersa en algún lugar de su imaginación. Una chica que se creía todo si se lo decían con una sonrisa, hasta la más despiadada de las mentiras.

Siempre pensaron que sencillamente, seguía siendo una niña. ¡Pero cuánto se equivocaban...!
Ella era una persona que sabía mucho de la vida, quizás demasiado. Si te asomabas a sus ojos azabache te dabas cuenta de que en su interior, únicamente se escondía un corazón cansado de sufrir a causa de las agresiones constantes, unos sentimientos que se mantenían en pie únicamente porque ella se había encargado de reconstruirlos una y otra vez a lo largo de su vida. A veces, la veía abrazarse a sí misma, como si así evitase romperse en pedazos.

Pero muy pocas personas se animaban a llegar hasta ahí. Simplemente la observaban a lo lejos, observaban su mirada perdida y a su fiel cuaderno entre sus manos, para después darse la vuelta y marcharse por donde habían venido. Al fin y al cabo... ¿Quién iba a molestarse en conocerla? Sólo era una chica más entre un millón, pero también te diré... Que en ese millón jamás encontré a alguien como ella.

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