Hoy no me apetece hacer comparaciones, no tengo ganas de intentar desenmarañar todos los sentimientos que se encuentran en mi cabeza. No tengo ganas de negar nada, ni de rendirme ante nada. No tengo ganas de negar algo que es evidente desde hace mucho tiempo. Casi 2 años.
Te echo de menos. Echo de menos tu voz, tu sonrisa. Echo de menos esa mirada tuya que tanto te caracteriza, o quizás lo más correcto sería decir que echo de menos la forma en que me miras cuando me ves. Con un cariño inmesurable por un lado, y por el otro con una desleal seducción que aún hoy al recordarla, no puedo evitar estremecerme de la cabeza a los pies.
Echo de menos esos momentos en Madrid, esos incontables cafés y Coca colas, la cantidad de horas que pasamos juntos aquel verano, ese verano en el que sólo éramos tú y yo, sin problemas, sin mentiras, sin juegos. Sólo amistad. Sólo nosotros.
Echo de menos cuando me cogías de la mano y me decías que era tu amiga, que todo lo que pudieses hacer por mí era poco, pues aquella era la forma que tenías de demostrarme que me querías.
Echo de menos tus abrazos, y la sensación de descanso y seguridad que sentía entre ellos.
Echo de menos poder decirte que te quiero, echo de menos poder decirte las ganas que tengo de volver a verte.
Lo echo de menos... Y lo peor es que no lo sabrás.
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