-Cada vez tengo más claro que soy adicta al dolor.
- ¿Adicta al dolor?
-Sí, al exquisito dolor de amar a alguien inalcanzable

miércoles, 4 de enero de 2012

Ajedrez.

Ha pasado casi un mes desde la última vez que escribí aquí... Y nada ha cambiado. Han habido días de querer tirar la toalla y otros en los que su voz era lo que más echaba de menos. Me he dado cuenta en todo este tiempo que no hay decisión posible que no vaya a cambiar. En parte porque él es así y porque yo también lo soy: Inestable y voluble.

El comienzo de año lo empecé con un firme propósito: Ser feliz. Y si ello requería tener que olvidarte, lo haría. Pero como siempre, parece ser que tienes un extraño radar que te hace volver de alguna manera cuando estoy a punto de rendirme. Leer tus sms siempre me causan la misma reacción: Los primeros 10 minutos, una sonrisa enorme abarca mi rostro, esa que sólo tú hacías aparecer. Sin embargo con el paso de las horas, comienzo a ver las cosas desde un punto más frío y visceral, analizando cada una de tus palabras y decidiendo como actuar en consecuencia. ¿Sabes? A veces comparo nuestra extraña "relación" como si fuese una partida de ajedrez. Yo muevo ficha primero, expectante. Y cuando tú realizas cualquier movimiento, soy capaz de pasarme horas deliberando cuál va a ser mi próxima jugada, siempre pendiente de ti, intentando anticipar cual será tu siguiente reacción. Echo de menos cuando no tenía que meditar mi comportamiento ni analizar mis palabras, echo de menos aquellos momentos en los que te daba un abrazo, o te decía "Te echo de menos", pero no porque lo pensase, si no porque me salía de dentro. Cuando todo era más simple, más sencillo simplemente porque en aquellos momentos, nada había cambiado. Tú seguías siendo tú, y yo seguía queriendo que lo fueses.

Pero siento decirte que la culpa de que me haya vuelto así, de que no sea la misma chica dulce e inocente de hace casi dos años... la tienes tú. Tú me has convertido exactamente en lo que eres, en alguien incapaz de entregarse al 100%. Quien soy yo ahora, te lo debo a ti.

Y por si fuera poco... Dentro de un mes y medio volveré a verte. Sé que me pasará lo mismo que la última vez, sé que intentarás manejarme a tu antojo. Siento decepcionarte, pero no lo harás. Pues mi frialdad no dejará que lo hagas.

Aún así, no te engañes. Sigo queriéndote tanto como el primer día, sólo que esta vez, llevaré bien guardados mis sentimientos bajo llave.

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