-Cada vez tengo más claro que soy adicta al dolor.
- ¿Adicta al dolor?
-Sí, al exquisito dolor de amar a alguien inalcanzable

domingo, 19 de febrero de 2012

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Me mira, y le devuelvo la mirada, de la manera más firme posible, retándole, dejándolo ver que no me acobarda, que pasó mucho desde esos momentos.

Entonces, cuando creo que esta vez sí, que tengo el control de la situación, de repente... Sonríe. Pero no es cualquier sonrisa, es ESA sonrisa, la que sólo le veía esbozar cuando estábamos juntos. Y poco a poco, me parece escuchar como mis ideas y mis teorías sobre la distancia, el auto control y el odio, se van haciendo pedacitos en mi cabeza, una por una.

Se acerca hacia mí, toma mi rostro entre sus manos, y presiona sus labios contra los míos. Apenas unos segundos, los suficientes. Ya no pienso, no quiero. No me importa la gente que hay a nuestro alrededor, ni el frío aire que despeina mi cabello. Vuelve a separarse unos centímetros, traspasándome con sus ojos pardos, en busca de alguna respuesta a una pregunta que jamás hemos formulado. Pero sé que lo sabe, sé que percibe el sordo tartamudeo de mi corazón contra las venas de mi cuello, sé que lo ve en mis mejillas súbitamente coloreadas de un rojo intenso, o en el brillo de mi mirada. Lo sabe. Siempre lo supo.

A pesar de todo, se acerca de nuevo para volver a besarme, esta vez durante más tiempo. Sé que espera una reacción por mi parte, pero la verdad es que me encuentro tallada en piedra, incapaz si quiera de devolverle el beso. ¿Cómo, si ha paralizado hasta mi última terminación nerviosa?

Finalmente se aleja de mí, vuelve a sonreír, y se da la vuelta para atender al resto de las personas que se encuentran en ese lugar. No soporto que juegue así, ya debería estar acostumbrada pero la verdad es que no lo es. Siempre que esos besos se repiten cuando nos vemos, desearía que el final variase, que después de sonreírme me dijese "Te quiero". Uno de verdad. Uno igual de sincero que los míos.

5 días.

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