-Cada vez tengo más claro que soy adicta al dolor.
- ¿Adicta al dolor?
-Sí, al exquisito dolor de amar a alguien inalcanzable

domingo, 11 de marzo de 2012

Reencuentro, 2º parte.

Así que se marchan. Cada uno por un camino diferente, como había sucedido aquellos 2 años anteriores. Ella y sus amigos emprenden el camino hacia el coche, pues tienen que volver ya a casa. Y mientras caminan, contentos por haber pasado un rato tan agradable, ella se queda un par de pasos atrás, reviviendo una y otra vez ese abrazo que han compartido, en su mente. Si se concentra, aún puede sentir la presión de los brazos de él alrededor de su cintura, o ese perfume que tanto la enloquece. No puede evitar sonreír y sentir como una lágrima cae lentamente por su mejilla. La atrapa entre sus dedos antes de que sus amigas se den cuenta, y se une rápidamente a sus pasos.

Entonces, en el paso de cebra, mientras esperan a que el semáforo cambie de color para poder cruzar, le vuelven a ver. Allí está, en otra terraza. Sentado, sonriendo al encontrarlas de nuevo. Ella no puede evitar pensar que cuando crees que una historia está acabada, la vida volverá a ponértela ante los ojos. Su corazón vuelve a hincharse de felicidad cuando sus brazos y los suyos se funden en otro abrazo. Como si ella no fuese la única que lo había echado de menos en aquellos 15 minutos.

En realidad tienen prisa por marcharse, pero no quieren hacerlo. Ella no quiere hacerlo. Le tiene a su lado, cogiéndola por la cintura mientras habla con los demás. Parece que quisiese asegurarse de que no iba a moverse de su lado.

-¿Hacemos buena pareja?-Pregunta él a los demás, en un determinado momento.

Su mejor amiga no tarda en contestar.

-Claro que sí, Fran. ¿No os veis?

Y de nuevo, él la presiona con más fuerza contra su cuerpo.

-Dame un beso.
-¿Cómo?-contesta ella con las mejillas coloreadas de un rojo intenso.
-Dame un beso- repite él mientras con un dedo se señala a la mejilla.

Sabe que su petición tiene trampa, pero no va a ser tan tonta como para desaprovechar esa oportunidad. Así que se lanza a su mejilla. Y justo en el último momento, él gira la cara, provocando que sus labios y los suyos se encuentren. Aún así, ella no se aparta con rapidez, quiere recordar a la perfección el roce de sus labios para cuando lo eche de menos. Él no se aparta. Tras un par de segundos, finalmente se separan ante las risas de sus amigos.

Él la sonríe con picardía, y ella juega a parecer enfadada.

Entonces sí, se despiden. Pero no importa, pues sabe perfectamente que volverá a verle, antes o después. La vida es caprichosa y volverá a cruzarle en su camino cuando ella menos lo espere. Sólo que esta vez, estará preparada para lo que venga.

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