-Cada vez tengo más claro que soy adicta al dolor.
- ¿Adicta al dolor?
-Sí, al exquisito dolor de amar a alguien inalcanzable

miércoles, 15 de abril de 2009

Cada vez más


Ella se despertó a la hora de siempre, se desperezó, miró el reloj y se levantó.

Después de desayunar, vestirse y peinarse, salió de casa corriendo, con la hora pegada,

Como era habitual en ella.


Llegó a la estación asfixiada, pero estaba de suerte: el tren aún no se había marchado.

Subió y se sentó al lado de la ventana y se puso a escuchar música, aquella que la hacía volar

Y que la hacía sentirse grande.


Llegó a su destino, y a continuación cogió el autobús, del cual se apeó en la 7º parada.

Fue hacia su instituto, y entró en clase pasando desapercibida.

Sacó los libros, se puso la bata y comenzó a tomar apuntes.

De vez en cuando sus compañeras la miraban extrañadas, preguntándose por que ella

Estaba hoy tan callada.


Comenzó el recreo, salió al parque y mientras escuchaba música, se comía una manzana.

A la media hora, volvió a entrar en clases.

Estaba de suerte: la profesora no había venido, así que podrían marcharse a casa.

Miró por la ventana y vió el aguacero que caía afuera, por lo que se le quitaron las ganas

De marcharse. Además, los días nublados y lluviosos la deprimían en grado sumo.


Por lo que se quedó allí, sentada, mientras que sus compañeros salían de la clase.

Sonrió, ahora se sentía algo mejor.


Sacó su agenda y se puso a ojearla. Y de repente, se detuvo, sonriendo abiertamente

A algo que había anotado en algún día.


- ¿Qué haces aún aquí? - la preguntó una amiga suya que ella creía que ya se habría

Marchado.

- Nada. Llueve mucho y no quiero mojarme. Además, ¿sabes qué día es hoy?- contestó ella.

- Si. Miércoles

-No me refiero a eso. Hoy es 15.

- ¿y?

-Nada- susurró, sin dejar de sonreír.

-¿ Y a qué se debe tanta sonrisa ahora?


- A ÉL...


Te quiero, ojalá tenga más días como éste.

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