Han pasado ya 2 semanas desde la última conversación que tuviste con él. Le echas de menos, como siempre. Pero a la vez eres consciente de que no está pasando un buen momento y has decidido dejarle un margen para él sólo, para que piense, se despeje, y actúe en base a sus verdaderos sentimientos.
Pero... No podías estar esperando eternamente. Y ha aparecido otra persona en tu vida. Te atrae, te gusta y te sientes cómoda en su compañía. Las comparaciones son odiosas. Pero en el fondo de tu corazón, sabes que tu boca pide a gritos otros besos, y tu cuerpo otra piel, aunque todos estos días has estado reflexionando, haciendo balanza... Y es entonces cuando te das cuenta de que le echas de menos, sí, pero ya no tienes esa necesidad apremiante por verle y saber de él. Te encantaría llamarle y hablar con él, que te contase qué tal le va todo. Pero te das cuenta de que tampoco estás mal en compañía de otras personas.
No es abandonarle. Simplemente has separado tu camino del suyo. Has dejado que siga por donde tiene que ir, y tú en cambio has decidido resurgir una nueva vida de las cenizas de la anterior que él mismo había quemado.
Le sigues queriendo, eso ante todo. Aunque ha cambiado. Ahora quieres que respire... Aun así y ante todo, QUIERES RESPIRAR TÚ.
Te lo mereces, lo sabes. Y vas a disfrutarlo, a pesar de que siempre haya un pedazo de tu corazón y de tu mente con su nombre grabado a fuego. Porque sabes que siempre le querrás, más de lo que jamás has querido a nadie. Pero ya es hora de soltarte de su mano, aunque SIEMPRE tendrás la mirada pendiente de él por si se cae, ya que ahí estarás tú para ayudarle.
Eso jamás cambiará.
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