-Cada vez tengo más claro que soy adicta al dolor.
- ¿Adicta al dolor?
-Sí, al exquisito dolor de amar a alguien inalcanzable

jueves, 24 de noviembre de 2011

The last memories


Últimamente, me ha dado por recordar, quizás demasiado.
Se acercan fechas que fueron muy especiales para mí, y en días como hoy es inevitable que los recuerdos acudan a mi memoria. Es triste que sólo me quede eso de él, pero lo cierto es que fueron esos pequeños instantes los que en los meses tan tristes que vinieron después, me sacaron una sonrisa.

Os contaré en forma de historia los últimos 30 minutos de ese recuerdo. No fue el último, pero sí para mí. Porque esa fue la última vez en la que vi a mi amigo, y no a esa persona fría y calculadora en la que se ha convertido. Quizás, contando capítulos de mi historia a su lado, sea capaz de cerrarla para poder abrir una nueva, sin recuerdos que la obstruyan.

18 de Abril del 2011

Y allí estábamos los 3, por fin solos, pues durante todo el fin de semana había sido imposible tener ese momento de tranquilidad. Y hubiese preferido estar sola con él, pero no podía decir que se fuera a la que entonces era mi pareja. Aún así, no importó. Porque desde el primer momento que nos sentamos, supe que no me incomodaba, pues apenas formaba parte de la conversación. Tenía a mi mejor amigo frente a mí, hablando de cosas que no se permitía hacer, acerca no de su trabajo, si no de su vida más personal e íntima. Yo le escuchaba atenta mientras le observaba, mientras analizaba su intensa mirada. Ese fue el único momento en el que vi la mirada más pura y sincera en todo el tiempo que había pasado con él. En un momento complicado de la conversación, sus ojos brillaron, a punto de dejar brotar un par de lágrimas. Y como si de un acto reflejo se tratase, puse mi mano sobre la suya, que se encontraba encima de la mesa, reconfortándolo. Podría haberle dicho que no llorase, que me tenía ahí y que siempre estaría a su lado, pero sé que él lo vio en ese gesto, ya que me devolvió la mirada y me sonrió con dulzura. No pude evitar recordar un momento meses atrás en el que me había dicho "Tu mirada es lo que más me gusta de ti, porque es trasparente y sé enseguida si estás bien o por el contrario te pasa algo".

Volviendo al presente, fui consciente en ese momento de que no necesitaba mis palabras para saber que en mi caso, le estaba diciendo muchísimo más con mi silencio.

En un momento dado, tras esos duros momentos pero necesarios de sinceridad, solté una de mis bromas y comenzamos a reírnos. La verdad es que reír a su lado era tan fácil como respirar, pues las carcajadas fluían como la más leve de las respiraciones. Él, a pesar de tener una vida tan complicada, en los instantes en los que estábamos juntos, lo hacía todo sencillo. Me levanté y me senté a su lado, dándole un beso en la mejilla. Mi pareja cogió la cámara de fotos y disparó una. Ante la sorpresa nos volvimos a echar a reír. Él me devolvió el beso, para revolverme el pelo después con cariño. Ahí se disparó una segunda foto.

Luego, demasiado pronto, miró el reloj:
-Son las 11:00. Tengo que irme ya. ¿Me acompañáis a la recepción?

Asentí y nos dirigimos hacia allí, donde le esperaban sus maletas. Y mientras se acercaba al mostrador para recogerlas, luché todo lo que pude para no emocionarme. Ya debería estar acostumbrada a las despedidas y más con él, pero aún así el saber que se iba a acabar, que hasta dentro de Dios sabía cuando no íbamos a volver a vernos, me desarmaba por dentro. Sin poder evitarlo, un par de lágrimas cayeron por mis mejillas.

En ese momento él se dio la vuelta y caminó hacia donde me encontraba. Dejó las maletas a un lado y sin decir nada, me cogió de la mano para después envolverme en uno de sus abrazos, esos que tanto me gustaban y que tanta falta me habían hecho en determinados momentos. No quería llorar, no quería parecer una persona frágil, así que como pude me sequé las lágrimas con la manga de mi camisa.

-Isa...-le oí pronunciar.-¿Lo ves? Lo has conseguido.

Alcé la cabeza para mirarle. Para mi sorpresa, él también lloraba. Durante esos 2 minutos que estuvimos así, dejé que llorara todo cuanto necesitase, que sacase todo lo que llevaba guardado dentro.

Finalmente se separó de mí, sonriendo con tristeza.
-Te voy a echar mucho de menos.
-Pero nos volveremos a ver, ¿Lo sabes verdad?
-Claro que lo sé. Pronto. Muy pronto.

Y tras aquellas palabras, cogió las maletas y le observé hasta que desapareció por las puertas del hotel. Necesitaba quitarme esa sensación de pesadumbre, por lo que fui al baño. Abrí el grifo del agua, dejándola correr bajo mis manos durante largos minutos, para pasarlas después por mi rostro. Me observé unos instantes en el espejo, sin pensar en nada. Mi móvil emitió un zumbido. Miré la pantalla y vi que era un sms suyo. Sonreí al leer lo que decía "Gracias Isa, gracias por todo. Te quiero mucho"

Como decía aquella canción "La vida se nos va como el humo de ese tren", y yo me alegré a pesar de que tras tantas despedidas, hubiesen ciertas cosas que no cambiasen. Y aún hoy me alegro de que no lo hagan.


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Volveré pronto con más recuerdos. <3



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