Y la verdad es, tras una breve conversación de apenas dos minutos por teléfono, que te vuelves a dar cuenta de que él ya forma parte de tu vida. A veces con rencor, con resentimiento. Otras, con esa felicidad que sólo experimentas cuando estás a su lado. Pero siempre esta ahí, recordándote quién eres y el por qué forma parte de ti.
Porque aunque maldigas en múltiples ocasiones el día en el que comenzó todo, fue decisión tuya. Tú decidiste que te mirase, tú decidiste que te hablase, tú decidiste que él te abrazase y te llamase "amiga". Y aunque a veces sea duro acarrear con las consecuencias, sabes que no te arrepientes de nada y que volverías a repetirlo cuantas veces fuese necesario.
Sabes que te quedan aún muchos momentos por delante en los que te entrarán ganas de tirar la toalla y de mandarle a tu particular baúl del olvido. Pero también sabes, que por mucho que llores, por mucho que sufras, siempre habrá días como el de hoy en el que tras hablar con él un par de minutos, cuelgues con una sonrisa. Esa sonrisa que sólo él te provoca, la misma que te sale cuando lees esto.
Él será todo lo malo que tu digas que es, te hará derramar las lágrimas que pienses que ya no te quedan.
Pero le quieres. Y le querrás como pensaste que jamás podrías querer a nadie.