-Cada vez tengo más claro que soy adicta al dolor.
- ¿Adicta al dolor?
-Sí, al exquisito dolor de amar a alguien inalcanzable

sábado, 22 de octubre de 2011

Cambios.


Se recostó sobre el respaldo de su silla y contempló las dos instantáneas que había frente a ella. La primera, reflejaba un odio desmesurado hacia esa persona, una persona a la cual no se cansaba de criticar, y de desear que desapareciese de la faz de la tierra. Recordaba como cada día que pasaba por ese teatro esperaba encontrárselo, para poder gritarle hasta que no le quedase voz.

La segunda instantánea estaba tomada apenas un año y un mes después. En ella, los labios de él y los suyos parecían diseñados únicamente para encontrarse frente a frente. La mano de él acariciaba su rostro con suavidad, mientras a ella se la apreciaba completamente rígida ante esa cercanía.

Cerró las fotografías y suspiró, pensando en como las cosas podían cambiar de un momento para otro, de como efectivamente, del "odio al amor" había un paso. Y viceversa. No pudo evitar preguntarse si era posible retomar ese odio que sentía hacia él, pues al fin y al cabo era lo que necesitaba para dejar de torturarse todos y cada uno de los días.

Pero una pregunta aún mayor la atormentaba a cada instante, como la sombra del atardecer al caer sobre las calles de su ciudad.

"¿Y si él se hubiese portado de otra manera? ¿Y si ella no hubiese deseado intentar conocerlo realmente? ¿Y si después de verle hubiese decidido volver a su vida, sin estar pendiente de la de él?"

¿Y SI NADA HUBIESE OCURRIDO?
¿HABÍA MERECIDO LA PENA?

¿VOLVERÍA A REPETIRLO?

Pero ella ya sabía, que esas preguntas jamás tendrían respuesta.

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